Unabridged Spanish (original)
¿Dónde estoy? Bueno, prepárate, porque es una larga historia…
Estaba yendo al supermercado a comprar pan —solo pan, eso era todo—, pero justo al salir, me encontré con un pato en monopatín. No parecía muy amigable, pero llevaba gafas de sol y una bufanda, así que le di el beneficio de la duda. El pato me miró fijamente, graznó tres veces, y luego salió disparado calle abajo. Obviamente, lo seguí. ¿Cómo no vas a seguir a un pato en monopatín?
Cinco calles después, el pato giró a la izquierda y entró en una lavandería. Yo entré detrás y, sorpresa, la lavandería era en realidad una pizzería clandestina. Me ofrecieron una porción a cambio de mi calcetín izquierdo. No preguntes por qué, pero acepté. Mientras comía la pizza (que honestamente estaba medio cruda), un tipo con un bigote muy sospechoso me preguntó si sabía bailar salsa. Le dije que solo cuando hay tormenta eléctrica. Me guiñó el ojo, apretó un botón y ¡pum! el suelo se abrió.
Caí por un tobogán gigante que me llevó directamente a una convención internacional de cabras montesas que recitan poesía. Intenté aplaudir, pero una cabra me corrigió y me dijo que allí solo se aplaude con los pies. Así que ahí estaba yo, aplaudiendo con los pies, rodeado de cabras, cuando alguien gritó: “¡Se nos acaba el queso!”
El caos total. Las cabras corrieron, yo corrí con ellas (otra vez, ¿cómo no vas a correr con cabras poetas?), y de alguna forma terminamos todos en un tren rumbo a Cuenca. Nadie sabía por qué Cuenca. Ni siquiera el conductor.
Total que ahora estoy aquí… en medio de un campo, con señal de Wi-Fi sorprendentemente buena, escribiéndote este mensaje. No tengo pan, perdí un calcetín, y creo que el pato ahora es mi jefe.